martes, 26 de enero de 2010

Somatotipo





Uno de los temas más complejos y preocupantes de los entrenadores es la capacidad de detectar talentos deportivos, es más no todos los entrenadores tienen la habilidad de ello, hasta hay algunos que han entrenado un futuro talento deportivo sin ser conscientes de ello y sin explotar y potenciar sus cualidades innatas. Hay especialistas en esta área que son sumamente consultados sobre el tema.
Cada deporte requiere una predisposición de diversas cualidades físicas y distinta formación corporal, por ejemplo un Jockey que cabalga un caballo de carrera, necesita un cuerpo totalmente distinto que un lanzador de martillo, ya que el primero deberá indefectiblemente poseer un cuerpo delgado, una estatura baja, y muy poco peso corporal para que el caballo logre generar la mayor velocidad de carrera, mientras que el segundo, necesitará un cuerpo fuerte, largos brazos y altura para aplicar la mayor Fuerza y Velocidad posible con el mayor ángulo de recorrido articular para aplicarla al lanzamiento del martillo.
A este tipo de estructura corporal llamamos Biotipo o Somatotipo, cada deportista requiere un biotipo distinto según el deporte que éste practique.
En algunos deportes es muy simple determinar el biotipo, por ejemplo en los corredores de fondo de atletismo, pero resulta mucho más complejo establecer el correcto biotipo para otros deportes (generalmente de equipo) como puede ser futbol, futbol americano, jockey, ya que en este caso se requiere de una variedad de cualidades físicas.
Cabe destacar que el biotipo no puede ser modificado por el entrenamiento, ya que este está condicionado a factores genéticos e innatos, el entrenamiento deportivo no hace otra cosa que potenciar y explotar las cualidades físicas necesarias para cada biotipo.
A partir de 1940 la escuela alemana a través del Médico Sheldon clasificó el somatotipo de la siguiente forma (Este tipo de clasificación es la más utilizada actualmente para la determinar el biotipo).
Ningún atleta es 100 endomorfico, mesomorfico o ectomorfico, existe una variación entre los distintos biotipos y atletas, por lo tanto responden a una combinación entre ella, por razones relacionadas con la didactica vamos solamente a mencionar los extremos a fin de de poder estudiarlos y comprenderlos con mayor claridad. Luego los entrenadores buscarán las correspondientes combinaciones entre los distintos somatotipos.
Sheldon luego de estudiar 4000 atletas estableció una relación entre el biotipo y el temperamento
Ectomorfos:
Es el más cerebral de los 3, dedica mucho de su tiempo a la actividad intelectual, siente una necesidad abrupta de hambre que es satisfecha rápidamente, su gasto calórico basal es muy alto con lo cual lo le es muy difícil subir de peso, por lo tanto lo más recomendable sería que en lugar de consumir alimentos 4 veces al día, lo hiciera en 6 u 8 oportunidades, dado que de lo contrario, suelen autoconsumirse, esto es determinante para el desarrollo muscular de los atletas ectomorficos, también es recomendable entrenar la Fuerza no más de 3 días a la semana para acumular calorías y así lograr el objetivo de incrementar la masa muscular.
Suelen tener tendencia a la tensión arterial baja, son sumamente débiles al dolor, su tejido adiposo es casi nulo, suelen tener una composición del 3 al 5 % de grasa corporal.
Se dedican en lo general a deportes de fondo y medio fondo
Endomorfos:
Su apariencia refleja sus contornos redondeados, sus miembros superiores e inferiores no son muy prolongados, son personas de metabolismo basal bajo, tranquilos, de buen dormir, de buen comer, sus movimientos son lentos y sin prisa.
Se dedican en lo general a deportes tales como rugby.
Mesomorfos:
Los músculos de este tipo de biotipo son bien desarrollados y marcados, corresponden a una apariencia fuerte y robusta, estéticamente armoniosa y deseada por nuestra belleza corporal cultural de hoy en día
Se caracteriza por una buena postura, siempre alerta con vitalidad, suelen ser enérgicos, tienden a ser incansables, pueden dedicarles muchas horas a la actividad laboral, están siempre listos y dispuestos a entrenar y gozan durante las sesiones de entrenamiento.
Son de comer mucho, rápidamente, descuidan las dietas y no respetan los horarios para ingerir alimentos, son proclives a dedicarle pocas horas al sueño y a pesar de ello su capacidad de recuperación es notable, son sumamente competitivos y quieren ganar sea como sea, hasta el punto de odiar el fracaso
Suelen tener tendencia a la tensión arterial alta y pueden soportar el dolor y las molestias musculares con notable capacidad
Suelen dedicarse a deportes tales como, lanzamientos, artes marciales etc.

Autor: Lic. Mariano Procopio

domingo, 24 de enero de 2010

“El ejercicio físico practicado en forma regular genera beneficios intelectuales”.





¿Le resulta conocida esta afirmación? Muy posiblemente usted haya escuchado ésta u otras parecidas en reiteradas ocasiones o algún amigo le haya comentado que luego del ejercicio puede estudiar o trabajar mejor. Pues bien, en medicina se sabe que esto es así y que incluso el ejercicio también beneficia al intelecto de personas que padecen enfermedades cognitivas graves.


¿Cuáles son dichos efectos intelectuales beneficiosos?

El ejercicio aeróbico practicado en forma moderada mejora varias áreas intelectuales, entre las que se destacan los siguientes procesos cognitivos:
o El tiempo de reacción cognitivo (velocidad)
o La percepción de imágenes visuales (captura)
o La interpretación de las mismas (análisis)
o La automatización de habilidades psico -corporales (también llamada memoria muscular)
o La inteligencia ejecutiva, de éstos la influencia más positiva es en:
La planificación de ideas
La programación de estrategias
La coordinación intelectual
o La memoria de trabajo (la capacidad del cerebro de gestionar la información necesaria para llevar a cabo otras funciones mentales complejas)
o La inhibición (la capacidad intelectual de bloquear las distracciones innecesarias)

La mejoría de la función cognitiva empieza a evidenciarse a los 20 minutos que iniciamos un ejercicio aeróbico moderado y se mantendrá durante varios más. Los beneficios cognitivos del ejercicio son principalmente consecuencia del aumento del flujo sanguíneo al cerebro con su aporte de oxígeno y glucosa, pero también por el estímulo a las células nerviosas para liberar sustancias químicas entre las neuronas. Principalmente serotonina, noradrenalina y dopamina.

Si bien no se sabe con exactitud, la óptima intensidad del ejercicio aeróbico que se tiene que realizar para obtener el beneficio intelectual, es probable que no sea tan intensa como cuando pretendemos entrenar con un objetivo más hacia lo deportivo.

Así, la intensidad física orientada a un objetivo más hacia lo intelectual puede ser una que tan solo aumente la frecuencia de la respiración un poco más rápido que el ritmo habitual con un poco de transpiración de la piel. Esta moderada intensidad ya es suficiente para activar el sistema nervioso denominado “simpático” y como consecuencia aumentar el nivel de adrenalina en la sangre y entre las neuronas. Estos son probablemente los dos factores principales que impulsan las mejoras en el rendimiento intelectual.

En cambio, el ejercicio de alta intensidad, puede interferir la concentración y la capacidad para realizar tareas mentales y por lo tanto no se lo recomienda para nuestros fines. Puesto que si ejercitamos en forma intensa, usualmente sólo estaremos pensando en respirar y en movernos adecuadamente y por supuesto en “llegar”.

Los beneficios por la actividad física regular también se observan en el mediano y largo plazo, pues en general las personas de más de 55 años que están en buenas condiciones físicas son menos propensas a disminuir la función cognitiva respecto a las personas sedentarias. Claro que es posible que esto se deba a que dichas personas tienden a tener una mayor motivación general, comen una dieta saludable y están más comprometidos en el cuidado placentero de su propia salud.

De todos modos, directa o indirectamente, las sesiones de ejercicios aeróbicos mejoran nuestra aptitud mental, la capacidad para concentrarnos y las tareas cognitivas en general. Por otro lado, múltiples estudios han demostrado que las personas que hacen ejercicio con regularidad no sólo mantienen mejor el rendimiento cognitivo sino que pierden menos tejido cerebral.

En síntesis, a corto, mediano y largo plazo la actividad física parece ser importante para mantenernos no sólo física sino también intelectualmente fuertes.


Fernando Taragano, MD, PhD

Professor of Psychiatry & Principal InvestigatorCEMIC,

School of Medicine & Research InstituteBuenos Aires, Argentina